Ana Reina / David Sandoica

¡¡¡Buenas noches E-Peregrinos!!!

¡Qué bien nos conoce y cómo nos cuida el Señor!

Este es nuestro tercer día y nos hemos despertado bien descansados y con un gran buffet que nos ha hecho desayunar muy fuerte para afrontar el nuevo día.

Damos gracias a Dios por ello porque ha sido un regalazo estar en este hotel.

Hoy hemos emprendido el camino hacia otra ciudad maravillosa de Andalucía: Córdoba, un lugar maravilloso para visitar.

¡Pero la diversión no se queda atrás! ¡Nos lanzamos a jugar a “Furor”, el juego que tanto ansiábamos! Somos un grupo de peregrinos apasionados por cantar, aunque debo confesar que algunos brillan más en el fondo sur que en el norte. Estos momentos en el bus nos ayudan a formar este cuerpo en comunidad y también a olvidarnos de los tramos de curvas que hay el camino. Un agradecimiento especial a nuestro conductor Eduardo que a pesar de estar todo el día escuchándonos, tiene paciencia y nos cuida en la carretera.

Los catequistas dicen que el Señor siempre nos lleva a sitios cerca del cielo para estar más cerca de Él. Sin duda esto es un regalazo, porque conoce nuestra incapacidad para acercarnos a Él. Esto lo hemos tenido muy presente durante todo el día y así hemos emprendido el recorrido a pie hacia las Ermitas de Córdoba, en concreto la ermita de la Virgen de Belén. Un lugar pequeño y bonito el cual se ha llenado de vida al entrar nosotros cantando a la Virgen y celebrando la eucaristía.

Al terminar, con mucha hambre y calor, nos hemos dirigido a otro maravilloso hotel en Córdoba muy cerquita de la mezquita, ¡OTRO REGALAZO! Hemos podido comer, y después unos han ido a la piscina a refrescarse y otros a descansar, las dos cosas muy necesarias.

Más tarde nos hemos dirigido hacia la mezquita de Córdoba. La emoción en nuestros corazones de tener siempre presente al Señor, nos ha dado la fuerza, a pesar de caminar a 38 grados bajo el sol, para alabarle cantando. Y así hemos entrado a la mezquita, cantando cantos a capela.

Una vez dentro, nos hemos dispuesto a contemplar este lugar con tanta historia.

Un mismo latir ha hecho que podamos hacer misión junto con comunidades de Boston. Nos ha llenado de alegría y no podemos esperar a que llegue el encuentro con el Papa para poder vivir esto de nuevo.

Y como el Señor nos cuida tanto, después de esto, nos hemos dado un chapuzón y hemos podido disfrutar juntos jugando a las cartas y riéndonos. Gracias a estos momentos sentimos más la unión de los hermanos y nos vamos conociendo cada día más.

En resumen, estamos todos muy agradecidos a Dios por cada día que nos regala porque nos va mostrando su misericordia y nos va guiando en su camino. Esperamos que el Señor nos siga cuidando, aunque no tengamos piscina en los próximos hoteles, jaja.

Hoy damos las gracias a Manoleitor por su espontánea visita guiada a la Mezquita-catedral. ¡Viva el próximo jefe de seguridad!

“Porque para subir al cielo siempre se sube bajando”

Diario del peregrino

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