Elena López / Raquel López
Buenas y últimas noches,
Primera y última crónica que, probablemente, leamos todos desde nuestras casas. Todos.
La peregrinación histórica ha llegado a su fin, que no la celeste. Pero el espíritu aún se siente, tan cierto como que las cronistas se encuentran escribiendo en un banco de Aluche.
El día hoy comenzaba a unos 240 km de aquí, en un hotel bastante chic que nos despedía con el último de nuestros tan sabrosos desayunos. Una vez saciados, comenzamos la ruta hacia nuestra primera parada del día: el monasterio de Santa María de la Huerta. Estas piedras muertas, aunque hemos de decir que muy armoniosas y bonitas, se desperezaron con la viveza de un cuerpo que hacía retumbar sus paredes al ritmo de un «y cómo es que la madre del Señor viene a mí».
Una vez ya en la capilla a punto de comenzar la eucaristía, el monje cisterciense nos invitaba a la sencillez y el silencio, eso que tanto nos cuesta… Vivimos una eucaristía que invitaba a recoger la cosecha que nos alimentará a lo largo de todo este año. Tras ello, pudimos disfrutar de la visita del monasterio, comprar los frutos de la cosecha en la tienda (jaja) y hacer una experiencia inmersiva en la historia y rutina de un monje benedictino (gracias a las nuevas tecnologías).
Después de esta visita en la que el rugir de nuestras tripas mataba el silencio del monasterio, nos dirigimos al último de nuestros banquetes, nuestra última comida como peregrinos. Nos saciamos con un plato novedoso e inédito hasta el momento (nótese la ironía), pero que todos en el autobús deseábamos: pasta.
Terminamos de comer y, para sorpresa de aquellos que nos han guiado en esta peregrinación, allí aguardaba su ciento por uno: un regalo inspirado por la gratitud de los peregrinos hacia los catequistas. Nos dirigimos al autobús con el sueño acumulado de estos 10 días, pero con las mismas ganas de siempre de seguir escuchando las grandezas que ha hecho el Señor con nosotros en esta peregrinación.
Si bien es cierto que tocamos tierra a las seis de la tarde en la plaza Almodóvar, para muchos la peregrinación no acabó aquí; el Señor tenía preparado para los peregrinos «más rezagados» su último guiño final: un salvavidas que sellara, en muchos casos, su obra maestra. Para algunos en forma de eucaristía con hermanos de Oklahoma, mientras que, para otros, en una simple conversación de cafetería.
Diez días dan para mucho, aunque para poco si hablamos de vida eterna (jaja); pero de lo que sí tenemos certeza es de que los memoriales de estos 10 días quedarán grabados en nuestro corazón por mucho tiempo. Han sido 10 días donde gracias al sutil arte del «tucuteo» (*mero hecho de hablar, pero hemos asignado esta palabra) hemos podido formar esta comunidad de tucuteantes (*personas que tucutean), donde hemos visto cómo es maravilloso estar con los hermanos, cómo cada experiencia ha ido llegando de forma diferente a cada hermano, donde cada palabra, cada conversación, cada piti, cada pisotazo, cada inseguridad, cada dolencia y, sobre todo, cada pecado han sido transformados en el mejor de los vinos.
Hemos visto cómo todos hemos tucuteado con el demonio siendo capaces, o al menos, intentándolo, de darle una patada; desde nuestro peregrino más joven hasta aquel con el corazón más duro de roer.
Y, aunque no podemos poner un link de Spotify, os invitamos a que leáis la letra del nuevo canto del verano.
(Con la música de la canción «Nochentera» de Vicco)
1 de agosto, coge tu maleta.
Esto comienza la ilusión se asienta
Ganas de ver al Papa con su Iglesia
6 de la mañana, alguno bosteza.
Y Eduardo arrancó. Brum bruuum
En-el-auto-car, hay mucha ilusión oh oh
Kiló-metros-pasan, empieza el Furor
Las clarisas dan su experiencia
Sara es la que más nos alienta
Dime dime dime un poco más.
Tu no tengas miedo el señor es consuelo.
Las cosas bonitas te vienen del cielo.
Dios marca la ruta, tu solo disfruta.
Te invito a mi fiesta, en mi casa, la Iglesia
Ven con el Papa, la noche entera, hace un calor que tela, pero Dios recompensa. Si no tienes guitarra cantas acapella. Y te quedas en vela tucutuqueando la noche entera oh.
La noche entera era eeeh con Kiko Ascen y Mario ohoh eh eh eh
Gracias por vuestra fidelidad e-peregrinos, y recordad: NO TENGÁIS MIEDO, (y si os caéis no permanezcáis caídos).
¡¡¡Nos vemos en Roma!!!
«Ved que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20)