María López / Mª Jesús Mas / Miriam Benedicto
¡Hola e-peregrinos!
El Señor nos vuelve a regalar, tras varios años, una nueva peregrinación, esta vez hacia Santiago de Compostela, en la que esperamos recibir muchas gracias que compartiremos con vosotros a través de CNPSR.
La jornada ha comenzado muy temprano, a las 6.30 de la mañana en nuestra entrañable Plaza de Almodóvar, donde nos hemos despedido de nuestras familias y antiguos peregrinos que tantas veces nos han acompañado para comenzar esta nueva aventura en la que Dios nos espera.
La primera novedad es que hemos salido a la hora prevista y ya una vez en carretera hemos rezado laudes juntos por primera vez. Aunque cada uno somos de comunidades diferentes y edades aún más dispares, el Señor nos está regalando la comunión entre nosotros en el autobús, lo que ya se ha notado, a pesar del sueño, en las presentaciones.
Hoy hemos estado siguiendo los pasos de nuestra querida Carmen Hernández. La primera parada ha sido en el pueblo donde nació Carmen, Òlvega. Un bonito y entrañable lugar, en el que a pesar del calor hemos podido rezar y cantar frente a la casa que la vio nacer e ir a la Iglesia que custodia su pila bautismal.
Nuestra siguiente parada ha sido en Tudela, allí fue donde pasó la infancia y juventud Carmen Hernández, hemos visitado la catedral y en la capilla del espíritu santo hemos rememorado el evangelio de la pesca milagrosa que escuchó en castellano Carmen y sintió por primera vez la llamada a la misión. Asimismo, hemos visitado la iglesia donde recibió su educación.
Para finalizar, hemos ido al convento del Carmelo de Huesca donde se encuentra Teresa, hija de Félix y Maite, donde hemos podido celebrar la eucaristía con las hermanas desde su celosía, y después hemos podido hablar con ellas, y ver su entusiasmo en la vocación. Estamos muy contentos porque el Señor ha ido por delante y ver las gracias de la iniciadora del Camino Neocatecumenal.
Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes. (Lc 5, 5)