Ernesto García / Mercedes Heredero
Ammán – Monte Nebo – Nazaret
Nuestro último día en Jordania comenzaba a las 05:00; aquí, ya era de día. Nos han llevado en autobus hasta el barrio de Ammán en el que se encuentra la Nunciatura Apostólica, que es la residencia donde se ha alojado el Santo Padre durante su estancia en el país. Hemos llegado pronto y aún así hemos tenido que competir con italianos, holandeses, alemanes y los del seminario de Galilea para conseguir un buen puesto.
Tras esperar a que el Papa terminará la eucaristía privada, a las 08:00, por fin, ha salido al balcón de la residencia donde hemos visto la cara de sorpresa que ponía al encontrar tantos jóvenes cantando en varios idiomas, incluido el español, y que habíamos madrugado para despedirle.
Hemos vuelto al hotel a desayunar y recoger el equipaje, pues tocaba ponernos en camino hacia el monte Nebo. Este monte pertenece desde 1933 a los franciscanos, custodios de Tierra Santa. Dice la escritura que Moisés llegó al monte Nebo desde la estepa de Moab ya al final de su vida y desde allí pudo ver la Tierra Prometida: el valle del Jordán, el mar Muerto, Jericó, Jerusalén y parte de Galilea.
En la capilla del monte rezamos Laudes y escuchamos la experiencia de Mateus, el seminarista de la Domus Galilææ que nos ha acompañado por Jordania. Una vez en el mirador, los catequistas, nos han dado una palabra, primero explicando el significado de una cruz con una serpiente enrollada que hay levantada allí, símbolo del callado de Moisés, que cuando el pueblo lo miraba quedaba curado de la mordedura de las serpientes, de sus pecados. Y para nosotros, símbolo de Jesucristo muerto en la cruz y resucitado también para nuestra salvación. Después nos han exhortado a tener fe, a no dudar del amor de Dios, a coger cada uno su cruz e ir en pos de Cristo.
A continuación, hemos hecho un canto de acción de gracias para bendecir al Señor teniendo presente la palabra de los catequistas: Que Dios nos ama profundamente y que a pesar de nuestras dudas, como Moisés, cada día tiene misericordia de nosotros. Ha sido emocionante cantar ¡Que bellas son tus tiendas, Israel! contemplando la misma tierra que un día permitió ver a Moisés y en la que finalmente pudo entrar Josué: la Tierra Prometida, una tierra que mana leche y miel.
Cruzar la frontera con Israel nos ha llevado más de 6 horas, toda la tarde. Afortunadamente, ha sido con aire acondicionado, sentados en el bus y disfrutando de los cantos y la comunión con los hermanos.
Y por fin, cerca de las 23:00, hemos llegado a Nazaret. El hotel, el mismo que tuvimos en la peregrinación a Galilea en el 2000, nos ha traído grandes recuerdos a unos cuantos. Ya saciados de comida nos vamos a la cama, esta vez hasta las 08:30.
Saludos a todos. ¡Au! ¡Au! ¡Au!