Cristina Amorós / David de Prado
Perth
Hoy la mañana nos regaló un cielo cubierto de nubes grises, que con simpatía compartieron con nosotros su mas preciado bien, gracias al cual tuvimos que modificar nuestro plan del día.
En principio la mañana y la tarde iban a estar marcadas por la evangelización, junto con las parroquias de san Isidro y santa Catalina Labouré, por las calles de Perth. Sin embargo el peculiar mes de julio australiano nos obligó a quedarnos en el hotel hasta las 13:00. Durante este tiempo de espera hemos podido dar gracias a Dios rezando Laudes, porque a pesar de la lluvia, todos, estamos encantados de estar aquí.
Una vez pudimos salir del hotel, nos encaminamos al centro de la ciudad, donde, después de comer y comprar regalitos para nuestros queridos familiares, amigos, novias y demás vecinos, por fin empezamos a bailar y a cantar y a dar testimonio de nuestra fe; teniendo en mente la dificultad que otras parroquias habían tenido debido a la negativa de la policía.
Esta vez todo salió bien, y a pesar de que la lluvia volvió a hacernos compañía, durante más de dos horas, todos nosotros hemos sido partícipes de una experiencia que no sale de nosotros, que supera nuestras fuerzas, pero que nos contagia de alegría, que de esta forma queremos compartir con vosotros.
Al final de la tarde, hemos tenido una eucaristía en el hotel y después una gran cena con la que recuperar fuerzas de este día tan pasado por agua.
Para terminar decir que el virus sigue haciendo de las suyas y flojeando nuevos intestinos, ayudando a mantener la línea a algunos hermanos y propiciando el consumo de jamón york, suero y arroz, pero repetimos que no es cosa grave.
Un abrazo y un saludo desde el oeste australiano.